El cambio climático y el avance del desierto es lo que más desvela al joven Sheikh Rayhan. Mantener los objetivos de la disminución a cero de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 y su insistencia por la paz, atrae a los enemigos que presumen que será el máximo líder de Oriente Próximo.

Su personalidad avasallante lo hace disentir con su padre frecuentemente, no sólo por política, sino por infringir costumbres por ser sumamente atractivo y aprovecharse de ello. Aunque en verdad, lo único que alivia a Rayhan de su desazón hacia el mundo que lo rodea, es escuchar música clásica en el chelo de Hauser. Con las melodías, logra escapar de su destino de una vida planificada para continuar con algo que no desea: el legado.

Hasta que en uno de sus viajes, frente al golfo de Bahréin, distinguió a una joven con un larguísimo cabello que le trajo el recuerdo de un sueño de su juventud y alborotó todos sus sentidos. Desde ese instante, percibió una sucesión de susceptibles emociones, las cuales lo llevaron a planificar un juego dominante, valiéndose de su jerarquía en Dubái para intentar tomarla y someterla, a costa de ir en contra de su religión hasta romper con todos sus principios morales y éticos y así borrar de su memoria esa fantasía, sin medir las gravísimas consecuencias.